Los pueblos de identifican por sus características y cualidades espirituales. Servir a los otros para hacer un mundo más justo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

LA OBJETIVIDAD EN LA INFORMACION


Los principios del periodismo, que es profesionalmente una actividad académica, y no empírica, coloca como primer elemento la obligación de compromiso para la informacion, cual es, informar de la verdad. Así corresponde en un trabajo cuya primera lealtad es con los ciudadanos. Cualquier periodista, informador, comentarista deben saber en todo momento, y precisamente cuando trabajan que llevan a cabo un trabajo profesional muy riguroso, técnico de síntesis y de verificación de la noticia, con plena independencia tanto de las fuentes como de la empresa editora. Razones por las que hacen al periodismo respetar la conciencia de sus profesionales para desempeñar un trabajo que se hace cada vez más necesario entre las profesiones en una sociedad identificada como democrática, es decir, nuestras sociedades.
Muchos de los nuestros, es decir, periodistas, y algunos que no lo son, pero que se han colocado en la profesión, tanto como intrusistas o como empíricos, olvidan generalmente que la labor suya consiste en reflejar los hechos noticiosos tal y cómo han ido sucediendo, porque son sagrados. Y así vamos dando por bueno que la opinión y la información son dos estadios complementarios cuando van debidamente mezclados. Pero, en el mal periodismo que la mayoría hacen en Guinea Ecuatorial convierten los textos informativos en mero conjunto de palabras, que reflejan un mensaje; pero que no respetan las reglas, principalmente de separar lo que es noticia y lo que es opinión.
Como está conocido en la familia de las ciencias sociales, “la informacion constituye un derecho fundamental reconocido como tal, por las Constituciones democráticas, y por supuesto, también por la de Guinea Ecuatorial, la CARTA DE ACKONIBE, cuyo sujeto o titular son los ciudadanos, a quienes corresponde el derecho de exigir que la información que les ofrece los Medios de Comunicación Social sean realizadas con veracidad y claridad en las noticias y honestidad en las opiniones”; por supuesto, con objetividad.
Si nos partimos con la hipótesis de que “la información que debemos ofrecer responsablemente desde las Mass Medias debe ser de actualidad, clara, objetiva, concreta, concisa y verificable”, sin perjuicio de que los medios transmiten la información de acuerdo a sus diferentes ideologías políticas, o líneas editoriales, ni de la forma de pensar, seríamos pocos profesionales negar quizás el principal pilar de esta profesión: ser objetivos. El profesor A.M. Rosenthal en una ocasión con los periodistas de New York Times, les describió la objetividad como “distancia, exclusión de puntos de vista personales e inclusión de todos los puntos de vista”. En este mismo orden de exposiciones, Gaye Tuchman, llegó afirmar que “la objetividad es una virtud que protege al periodista "contra juicios por libelo", porque trata por igual a todas las personas y opiniones”.
Cuando la información parte de un conocimiento concreto, exacto y cierto, de una reflexión consciente y de una rectitud intachable de intenciones "en esto consiste la imparcialidad, o la absoluta objetividad", sentencia Luka Brajnovic. Muchos, protagonistas de la vida social, generalmente los políticos y los empíricos en el periodismo niegan la objetividad en la información argumentándose de que “en diferentes hechos o acontecimientos, y que sean relatados por algo más un periodista, ofrecerán diferentes enfoques; alegándose en las diferentes ideologías; pues, no, los diferentes tratamientos de la noticia no deben excluir la razón misma del hecho noticioso.
Es verdad que un mismo hecho, observado por distintos periodistas, puede recibir distintos tratamientos y versiones diferentes, evidentemente por la libertad ideológica y de pensar de cada uno y, además, en las sucesivas ediciones de un periódico o en las misiones de un noticiero, tiene que ser complementado, corregido, aclarado o rectificado, hasta el punto de que el periodista llega a contemplar las suyas como verdades provisionales.
“Un periódico de hoy sería una fuente de argumentos para los escépticos que, en los comienzos de la reflexión filosófica, consideren que el ser humano está incapacitado para conocer la realidad de las cosas. Esa imposibilidad del conocimiento objetivo está ratificada por hechos como estos, que el periodista conoce, o porque ha sido actor en ellos, o porque ha sido su testigo”, argumenta el periodista colombiano Javier Darío Restrepo.
Por otra parte, bien es cierto que “en la doctrina de la objetividad hay más teoría que realidad”, evidentemente tal comportamiento es registrado en aquellas sociedades por donde las influencias políticas inciden mayoritariamente en los contenidos de las informaciones, y desde esta perspectiva, la orientación de los contenidos de las informaciones se hace notable. La objetividad desaparece en una información cuando el informador o reportero se deja llevar por los instintos no profesionales, si en esta se basa la hipótesis de que no existe la objetividad en la información, los que la defienden tienen razón.
Por otra parte, evidentemente la información pierde su objetividad cuando, los hechos noticiosos son falseados, se abandona la visión externa de la información, para adentrarse en las intenciones. La intención gobierna el proceso de elaboración de una información, le impone sus reglas que pueden darle forma, deformarla, recortarla, destacarla o suprimirla; es traer a la conciencia las intenciones que permanecen en el subconsciente, son procesos necesarios.
Después del recorrido realizado, afirmaríamos que “el periodista debe ser a la vez imparcial y comprometido con el interés general, y con la mentalidad de ser cada vez más objetivo que subjetivo”. Decía el pensador checo Pavel Kohout “que un ciudadano libre es un ciudadano codominante, que es lo contrario de ser dominado por una elite”. O sea que el ciudadano libre es creación del poder democrático, el dominado es el resultado de una fuerza tiránica. Y en la formación de ese ciudadano libre, una información libre es tan necesaria como el agua o el aire para los seres vivos. Y evidentemente objetiva.
Entre los países en los que el poder político esclaviza la comunicación y aquellos en los que cede un margen variable de independencia, parece que sólo puede haber una única diferencia: en el segundo caso los ciudadanos disponen de un abanico de visiones subjetivas de la realidad. Su única ventaja sobre los ciudadanos de los regímenes dictatoriales consistiría, según eso, en la posibilidad de optar por su visión preferida, en lugar de tragarse, a falta de otra, la interpretación oficial de los hechos. Su privilegio no consistiría, pues, en la posibilidad de poseer una información más verídica, más honrada, más completa. El despliegue supremo de la comunicación libre residiría tan sólo en el pluralismo de las afirmaciones gratuitas, no en la información seria. La paradoja de este lugar común que se supone profundo es lo bien acogido que es a veces por los mismos periodistas.
De este modo, el estribillo de la imposible objetividad se convierte en una elegante máscara filosófica de una batalla contra la misma libertad de informar. Porque esta tesis despierta en nosotros halagadoras resonancias filosóficas sobre el “conocimiento objetivo”, en el sentido absoluto del término; en cambio, la práctica de la ciencia sigue apoyándose a pesar de todo en el sistema de la comprobación y de la prueba. En una palabra, si la objetividad en la información no existe, “el esfuerzo para llegar a ella sí existe, sin lugar a dudas; y además es un principio de la profesión periodística, porque la humilde recopilación y la verificación de los hechos se consiguen, cuando nos esforzamos en ello, una aproximación de verdad.
Efectivamente, existe objetividad en la información, como la desembocadura de la profesión, es decir, la meta a alcanzar cuando un periodista se ocupa de cubrir un hecho noticioso o pretende orientarse su posición sobre una cuestión general. No valdría esta profesión, si nos quedásemos en la hipótesis de la negatividad de la objetividad de la información.
En consecuencia, si hemos perfilado durante la exposición sobre la necesidad de una tabla de comportamiento de la profesión en el nuestro país, porque nos hace falta, sería de muy provecho partir de este Foro con un Código Deontológico; porque entre las necesidades que tenemos en el país, en el ejercicio de esta profesión, están: la falta de un estatuto, la falta de un código deontológico, la falta de un colegio de periodista.